Era el año 1801. Recién comenzaba el siglo xlx, que vería una serie de trasformaciones: el afianzamiento de la ciencia como una actividad sistemática que contribuye al conocimiento del mundo y al mejoramiento
de las condiciones de vida, la aparición de la genética, así como el surgimiento de teorías tan trascendentales como la evolución
de las especies y la microbiana.